lunes, 19 de septiembre de 2011

Reuniones 1º ciclo: Prácticas del lenguaje:Producción escrita


Este material sobre "Representaciones de la enseñanza de la escritura" me parece interesante para repensar las propias prácticas y revisar las oportunidades de producción escrita que brindamos a nuestros alumnos.

Representaciones de la enseñanza de la escritura

Por Ana María Finocchio

A la hora de abordar la problemática de la escritura, tema que recorre esta publicación, son múltiples las dimensiones que pueden indagarse en tanto constituye históricamente junto con la lectura uno de los ejes que dan sentido a la enseñanza en la escuela y en tanto los contextos culturales se han modificado generando demandas, preocupaciones e interrogantes que exigen nuevas respuestas.

La dimensión que elijo desarrollar en esta ocasión es la de las representaciones que subyacen y dan marco a las prácticas de escritura en las aulas.

Escenas de escritura

Para acercarnos a la conceptualización de tales representaciones propongo arrojar luz sobre algunas escenas que revelan una preocupación compartida sobre la enseñanza y el aprendizaje de la escritura. Esta focalización puede ayudarnos a que nos formulemos algunos interrogantes, es decir, a que despejemos algunas sombras a las que nos fuimos acostumbrando en la cotidianeidad del enseñar a escribir.

La primera escena recupera las reflexiones de un maestro de tercer año de EGB, quien luego de leer las leyendas escritas por sus alumnos registra las siguientes conclusiones:

Escriben poco. Vocabulario pobre. Inconveniente con la estructura. Falta de familiarización con este tipo de texto. Problemas en organización de las oraciones, párrafos, cohesión. Falta de invención y fantasía.

Con frecuencia, las producciones de los alumnos de distintos niveles son evaluadas con expresiones que se reiteran, y en la reiteración se van vaciando de sentido. Es lo que ocurre con la expresión «pobreza de vocabulario» (a la que podría sumarse «horrores de ortografía», pero esta ameritaría otro artículo). Se trata en efecto de una frase que ha devenido en cliché del discurso de los docentes y de los adultos en general a la hora de comentar los escritos de los niños y de los jóvenes: al mismo tiempo que da cuenta de un dictamen casi siempre estigmatizador sobre lo que se considera una característica inmodificable de la escritura de las nuevas generaciones de alumnos, escamotea el intenso y sistemático trabajo que supone la enseñanza de tal aspecto de la escritura. Desde la consideración de esa frase como cliché, vale la pena preguntarse si cuando los adultos nos referimos a la «pobreza de vocabulario» de un texto o de los textos que en general escriben los alumnos lo hacemos desde la intención de provocar algún cambio en su proceso de aprendizaje y de apropiación de la escritura (desde los múltiples y sistemáticos intentos por enriquecer su repertorio léxico). Por otra parte, a partir de las conclusiones transcriptas, podríamos interrogarnos acerca de la concepción del aprendizaje de la escritura desde la que un docente de los primeros años de la escuela primaria afirma que a los escritos de sus alumnos les falta invención y fantasía. ¿La creatividad será una condición innata con la que cuentan sólo algunos alumnos o será posible nutrirla, promoverla en todos, por ejemplo, a partir de la lectura? Y si es posible estimularla, ¿a quién o a quiénes les corresponde alimentar, enriquecer, promover el desarrollo de la invención y de la fantasía?

Estas evaluaciones que, por lo general, circulan entre las voces de los docentes aluden sin duda a una carencia, a un f acaso: los chicos o los jóvenes no saben escribir. Sin embargo, esas voces suelen referir al fracaso del aprendizaje, pero no al fracaso de la enseñanza.1

La segunda escena pone el foco en un alumno y en su relación con el aprendizaje de la escritura. Se trata de un intercambio con un sobrino, Tomás, mientras cursaba tercer año de la escuela secundaria. De él recibí un e-mail, en el que me solicitaba la corrección de un texto explicativo sobre el rol de la mujer en dos obras literarias:

Tía aca te mando el archivo... espero que lo puedas arreglar lo mejor posible, y despues te quiero preguntar si sabes donde hay un taller de escritura porque la verdad nose escribir y se q es muy importante.. y se q no voy a poder vivir pidiendote q me corrijas los trabajos. besos, Tomi.

Este e-mail nos invita a reflexionar sobre varios aspectos: ¿por qué un adolescente que tiene tal conciencia de la necesidad de saber escribir y de saber revisar un escrito duda de que la escuela sea el lugar donde apropiarse de esos saberes?; ¿por qué plantea la relación de dependencia de otra persona para la revisión de sus producciones?; ¿la revisión fue motivo de enseñanza o siempre estuvo «en manos» (o en poder) de los docentes?

La tercera escena vuelve el foco a los docentes, ya que se trata de una conversación entre profesores de diferentes áreas acerca de la escritura de los alumnos, en la sala de reuniones de una escuela secundaria:

- Los de 1ro. B no saben hacer un resumen.

- Y los míos no pueden escribir con sus palabras las ideas principales

de un texto.

- Los de 3ro. no cuentan con un vocabulario básico.

- Esperen que lleguen a 4to. y vean los resultados cuando les pidan un

informe de laboratorio.

- Es que en la primaria no aprendieron nada.

Según se plantea en esta conversación, los docentes de la escuela secundaria esperan que los alumnos dominen algunos géneros escolares (saber escribir resúmenes e informes, entre otros), que cuenten con un repertorio léxico apropiado y que hayan adquirido entre sus competencias como escritores la habilidad de la reformulación. Sin embargo, estas expectativas se ven frustradas y se justifica la frustración a partir de las escasas competencias adquiridas en el nivel anterior, la escuela primaria. El remate de esta conversación abre una discusión interesante: ¿quién debe hacerse cargo de la enseñanza de la escritura?; ¿por qué los docentes solemos pensar que se trata de una práctica «ya adquirida» por los alumnos en el nivel anterior a aquel en el que nos desempeñamos (con frecuencia se escuchan voces docentes de primer grado que aseguran que en preescolar los niños no aprendieron a escribir, las de tercer ciclo afirman lo mismo respecto de lo aprendido en el segundo, las de la escuela media respecto de la primaria y las de la universidad respecto de la escuela media) y que le corresponde a un área del currículum, el área de lengua (con frecuencia se escucha este argumento entre las voces docentes de otros campos disciplinares)?

Las escenas y los interrogantes, que formulamos a partir de ellas, pueden llevarnos a pensar que esta realidad, la de las instituciones en las que trabajamos, la de nuestros chicos o jóvenes, la de nuestras localidades, son las más acuciantes y, en realidad, el vínculo entre escritura y escuela resulta complejo y problemático más allá de las fronteras de las aulas en las que enseñamos. (…)

Este recorrido por las escenas o situaciones sobre las que arrojamos luz expresa diversas expectativas frustradas en relación con la posibilidad de aprender a escribir en la escuela: alumnos que esperan aprender a corregir sus textos y no lo consiguen porque en realidad no se les ha enseñado a hacerlo, docentes que esperan que los alumnos hayan desarrollado su fantasía e invención sin considerar que el acceso de los alumnos a la enciclopedia cultural y a la creatividad tiene directa relación con lo que la escuela ofrece, docentes que protestan ya que entienden que no les corresponde enseñar sobre el escrito lo que sus alumnos «deberían haber aprendido antes», alumnos que no encuentran enlas prácticas escolares la posibilidad de apropiarse del mundo a través de la escritura.

Escritura y cultura escolar

La frustración a la que aluden las escenas focalizadas se vincula directamente con unas ideas o concepciones que docentes y alumnos construimos en relación con la enseñanza y el aprendizaje de la escritura en el marco escolar. Es decir, se vinculan con las representaciones de la escritura y de su enseñanza.

Para la psicología social, la noción de «representación» designa ideas, imágenes, creencias que los sujetos construimos colectivamente sobre un objeto y que funcionan como esquemas de percepción. Aplicado a la escritura es posible decir entonces que, a partir de las experiencias personales y de las tradiciones pedagógicas en las que se inscriben esas experiencias vamos elaborando junto con otros una representación acerca de qué implica escribir y, también, enseñar y aprender a escribir. Pero no se trata de ideas o esquemas coincidentes; según sean esas experiencias (la historia que cada uno haya transitado en la escuela como alumno, en la formación profesional y en la tarea docente y el vínculo con la

escritura que hayamos construido a lo largo de esa historia), las representaciones van a variar. Es necesario reconocer, en consecuencia, que enseñamos a escribir no sólo desde lo que sabemos sobre la enseñanza de la escritura, sino también desde la propia práctica con la escritura.

Entre las múltiples representaciones que tienen lugar en las propuestas escolares de la enseñanza de la escritura podemos mencionar:

> La concepción de la escritura como don de unos pocos y que, por lo tanto, no se desarrolla ni se aprende. Esta idea romántica del escribir, asociada a la inspiración y a la producción de textos a partir del dictado de una «voz», si bien puede parecer anacrónica, está presente en muchas de las propuestas que circulan en la escuela en la actualidad. De hecho, la observación del maestro sobre la carencia de fantasía e invención en las leyendas producidas por sus alumnos de ocho o nueve años lleva implícita la idea de que tales características son innatas.

> Las propuestas referenciales o temáticas cristalizadas (las vacaciones, el fin de semana, la madre, el mejor amigo, la mascota, un tema libre en el mejor de los casos y hasta el clásico tema que ha generado chistes y relatos paródicos, «la vaca»3) que despiertan escaso interés para quienes escriben, que se reiteran por generaciones de docentes y alumnos y que, por lo tanto, no propician la construcción de niños y jóvenes como sujetos de la palabra escrita.

> La producción de textos en una situación comunicativa reiterada y poco productiva para quienes están aprendiendo a escribir: los escritos suelen destinarse siempre a un mismo lector, el docente, con la finalidad de satisfacer sus expectativas de lectura (en algunos casos, resultar original; en otros, tener buena caligrafía; en la mayoría, respetar la normativa).

> La mirada de los alumnos puesta especialmente en la ortografía, la puntuación y otros aspectos de la «superficie» del texto porque son los que corrige ineludiblemente el docente (y sólo el docente de lengua en buena parte de los casos) en su evaluación.

> El prejuicio de los adultos de que las escrituras exploradas por niños y jóvenes desde el acceso a las nuevas tecnologías (chat, mensajes de texto, blogs) «atentan» contra la escritura estándar que imparte la escuela y son la causa directa de la «pobreza de vocabulario» y de la inadecuación del registro en los textos de los alumnos.

> La idea de que la escritura es patrimonio del área de Lengua y, en consecuencia, de que los docentes de las otras áreas no son responsables de su enseñanza, ni siquiera de los discursos específicos de sus campos disciplinares.

> La creencia de que si los alumnos leen un texto de un género en particular van a ser competentes en la producción de escritos de ese género (por ejemplo, si los alumnos leen un ensayo, esa lectura basta para que sepan escribir un ensayo).

> La suposición de que los conocimientos del sistema de la lengua (gramaticales, etc.) son «aplicados» por los alumnos automáticamente a la escritura, sin que sea necesaria la intervención docente en el proceso de la construcción de los textos para abrir la discusión y la reflexión sobre tales saberes.

> La idea de que los «carteles» que los docentes registran sobre las dificultades de los escritos de sus alumnos (falta el título, ojo con la ortografía, no se entiende el final, atención a las mayúsculas, etc.) no inciden en la imagen que como escritores se van construyendo los alumnos en su paso por la escuela. Es importante recordar que esos «carteles» suelen focalizar las dificultades, casi nunca los logros y casi nunca van acompañados de orientaciones para reescribir y poder resolver los problemas detectados.

Todas estas representaciones conforman tradiciones y regularidades de una cultura escolar4 compartida, e impulsan muy diversas tomas de decisión a la hora de enseñar a escribir. Por eso, es necesario que los docentes nos interroguemos y reflexionemos sobre las representaciones desde las que generamos propuestas de enseñanza; esa mirada reflexiva sobre nuestro enseñar puede ayudarnos a habilitar en la escuela espacios para que los alumnos, como propone H. Kureishi, se apropien del mundo a través de la escritura y, en esa apropiación de la palabra escrita, se sientan al mando de la vida.

1) Ferreiro, E. (2000) «Leer y escribir en un mundo cambiante». Conferencia presentada en el Congreso de la Unión Internacional de Editores, organizado en Buenos Aires en el año 2000.

3) Pineau, P. (2005) Relatos de escuela. Buenos Aires, Paidós. Se trata de una compilación de textos muy diversos sobre la experiencia escolar. Recomiendo la lectura de «Tema libre» de David Viñas y «Les pidió imaginación y buena letra» de Ovide Menín.

4) Viñao Frago, A. (2002) Sistemas educativos, culturas escolares y reformas: continuidades y cambios. Madrid, Morata. Allí se define la cultura escolar como «algo que permanece y que dura; algo que las sucesivas reformas no logran más que arañar superficialmente, que sobrevive a ellas, y que constituye un sedimento formado a lo largo del tiempo. Un sedimento configurado, eso sí, por capas más entremezcladas que superpuestas, que, al modo arqueológico, es posible desenterrar y separar».




Reuniones 2º ciclo: Trabajos Prácticos

Este material sobre tareas escolares y nuevas tecnologías puede resultar de utilidad para repensar los propósitos de los trabajos de investigación encomendados a los alumnos.


Esa Vieja Angustia Frente a la Hoja en Blanco
Por Gabriel Charrúa
Maestro y Licenciado en Cs. de la Educación.

El título remite a una práctica de escritura en extinción; la de sentarse frente a una hoja en blanco y enfrentar ese vacío generador de angustias y de ideas. Las Tecnologías de la Información y la Comunicación han modificado las formas de producción, no sólo en el ámbito escolar.
Los alumnos, docentes e investigadores; como los médicos, los jueces y demás, al emprender una tarea frecuentemente comienzan con una búsqueda en Google, para ver qué encuentran en Internet sobre el tema que los ocupa. En el presente artículo se intenta una reflexión acerca de
estos cambios en la escuela, en el modo que los alumnos encaran las tareas escolares utilizando TIC’s y se propone algunas líneas de acción para los docentes.

Introducción
Una de las primeras barreras que hay que traspasar a la hora de analizar cualquier proceso social es la de la tendencia, -por parte de observadores, analistas y también de los propios actores-, a
naturalizarlos.
Asimilados así estos “acontecimientos” a las mismas características que tienen el amanecer cotidiano o la lluvia, nos distanciamos de cualquier posible interpretación de causas y consecuencias, y claro está, de alternativas de cambio.
La educación y su forma actual de organización más o menos institucionalizada en las escuelas, es un producto social. La distribución del tiempo y del espacio dentro de las mismas, su forma de trabajo en el aula como la asignación de tareas fuera de la misma, también lo es. Su análisis, entonces, no puede realizarse por fuera de las marcas culturales de la época que se quiere abordar.
Una dificultad adicional es que el ser protagonistas nos obstaculiza la tarea analítica –que requiere cierto grado de descentramiento- y por sobre todo: solemos estar tan preocupados por lo inmediato y tan ocupados por los quehaceres cotidianos que seguimos realizando las mismas actividades y repitiendo las mismas prácticas de enseñanza.
En este artículo intentaremos detenernos un poco para reflexionar acerca de la problemática de las tareas escolares en el contexto más amplio de la utilización de las denominadas Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación con el propósito de esbozar algunos trazos que van conformando los nuevos paisajes de las escuelas y los alumnos contemporáneos.

La Brecha Digital
Decíamos que la Escuela, tal cual la conocemos en este momento, es una institución nacida a la luz y bajo las necesidades de formas estatales, familiares y productivas de otro momento histórico, cuyas características principales son las de la Revolución Industrial: espacios disciplinarios cuyo modelo es la fábrica, que se traduce en una organización escolar concentrada que tiende o intenta la masificación; “repartir en el espacio y ordenar en el tiempo, componer en el espacio tiempo una fuerza productiva cuyo efecto debe ser superior a la suma de las fuerzas elementales”1.
Hemos iniciado el nuevo Siglo con cambios sociales, culturales, políticos y económicos que han provocado un desfasaje entre las concepciones y los propósitos que estructuraron a la escuela bajo los principios antes enunciados y la comunidad y los sujetos “destinatarios”.
No podremos adentrarnos en cada uno de estos aspectos, tan sólo los enumeramos sumariamente y sin agotar la lista: los cambios en la concepción de ciudadanía y los alcances de los Estados Nacionales, las nuevas formas familiares, las modificaciones en la producción y reproducción (inclusive la biológica) y su relación con el trabajo como así también la ambigua mirada social sobre la juventud urbana, por un lado sospechada y por el otro endiosada
a nivel de “etapa permanente”. Por otro lado, las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, entre muchas otras transformaciones, vertebran fuertemente las identidades juveniles; han modificado profundamente la idea de la comunicación característica de la modernidad -articulada de un emisor hacia muchos receptores-, y transformaron al receptor en activo comunicador, sacándolo del lugar pasivo.
Todas estas cuestiones no impactaron en la organización del tiempo y del espacio escolar; generándose una brecha digital, pero no en la acepción que comúnmente alude al acceso diferenciado a las computadoras y/o a Internet por parte de las distintas clases sociales, sino a una división de otro orden, que marca la distancia entre las instituciones educativas y los sujetos que las pueblan.
No es cuestión de augurar el fin de la escuela o apocalipsis similares. Sin duda las instituciones para transmitir conocimientos seguirán existiendo; y tal vez se sigan articulando en base a su forma de organización básica estructurada sobre la exposición de conocimientos de un maestro a varios discípulos y que –como dice George Steiner (2004)- se viene reproduciendo desde la época clásica hasta nuestros días; siendo característica y distintiva de lo que
provisionalmente llamamos cultura occidental. Pero la organización escolar y las tareas que se realizan dentro y fuera de ella no tienen por qué seguir siendo como son.

Viejas y Nuevas Tareas Escolares

Uno de los signos de la brecha digital es que los que están en el vértice de la enseñanza continúan con la ilusión romántica de la educación ilustrada; adjudicándole el lugar de antaño a los libros,
las enciclopedias, el trabajo de investigación grupal en la casa de algún compañero o en la escuela después de hora, a la idea de autoría original, a la reflexión y el intercambio, a las concepciones de
lecturas y escrituras como si los últimos treinta años no hubieran existido.
Es que en verdad, treinta años es poco para modificar estructuras de más de cien.
A la hora de plantear tareas de escritura y/o búsqueda de información los docentes seguimos pensando en que los alumnos leen las consignas, buscan la información, realizan un punteo de ideas, escriben un borrador, lo corrigen, lo pasan en limpio y lo entregan.
Pero cualquiera que observa a los chicos de más de una determinada edad: para situar en 9 o 10 años; verá otro proceder. Primero buscan en la consigna las palabras clave salteando las peticiones procedimentales o, para ser más precisos, los verbos que ya consideran forman parte siempre e indistintamente de la primera parte de la formulación de la misma: investiga, busca, analiza, compara, observa, relaciona, sintetiza, etc. Luego abrirán el Google y pondrán esas palabras en los parámetros de búsqueda, indicando sólo sitios de Argentina o en español.
Si es un usuario más o menos experimentado en diez o quince minutos habrá ingresado a los tres o cuatro enlaces que le parecieron de descripción más significativa y copiado en el portapapeles
y pegado en el procesador de texto distintos párrafos en los que encontró algo que le pareció, nuevamente, con algún sentido que por diferentes motivos basados en la experiencia considera que agradarán a la docente. Le agregará alguna imagen de las páginas encontradas, tal vez, sólo tal vez, lea por arriba el producto final; fundamentalmente los principios de cada párrafo y tal vez, y sólo tal vez, el primer y último párrafo completos. Si no posee tanta experiencia en el manejo de herramientas informáticas, el proceso demorará más; pero será esencialmente similar al descrito.
La diferencia entre lo que pensó el docente que el alumno tenía que realizar y lo que efectivamente hizo, marca una distancia que es más que de grado. Son acciones cualitativamente diferentes. No hubo página en blanco, no hubo angustia, no hubo investigación, lectura ni escritura en su sentido tradicional, no hubo síntesis… no hubo aprendizaje. Sólo se cumplió con un trámite.
Encarta, Wikipedia y después
A continuación, se describirán brevemente algunas de las estrategias utilizadas por los alumnos a la hora de realizar tareas escolares:

San Gogle
Como ya ilustramos en el ejemplo, buscar en Google, o Googlear, es la actividad principal de investigación que se realiza con Internet a la hora de acercarse a algún conocimiento (no sólo escolar). Google es un buscador poderosísimo que al colocar las palabras clave, los usuarios
pueden encontrar miles de sitios con páginas referidas a las mismas. Cualquiera que lo haya experimentado sabe que no todas resultarán pertinentes, pero las que sí lo sean, valdrán de importantísima ayuda.
Te paso el archivo
Es tan fácil compartir escritos en soporte informático, que la pretensión de originalidad en los productos de los alumnos es casi una ilusión. Los chicos comparten trabajos realizado por alumnos de cohortes anteriores o bien, por compañeros del mismo grado. En el mejor de los casos le cambian algo para que parezca “distinto”.
Cortar y Pegar: El nuevo Bricolage
“El Pastiche”, solidaria del procedimiento anterior, es una de las técnicas de escritura característica de la posmodernidad. En las tareas escolares es muy utilizada por los alumnos para reciclar trabajos de otros, ya sean de compañeros o documentos encontrados en la Web.
Enciclopedias en línea; Msn Encarta, Wikipedia y otras
Antes del auge de Internet, la enciclopedia Encarta hizo furor. Se trata de una colección de CD’s o DVD que año tras año actualiza un conjunto de conocimientos de distinto orden. Ante la irrupción de Internet y el Chat, la misma empresa brinda a través de su programa de intercambio en línea
Microsoft Messenger, la posibilidad de consultar a la enciclopedia, que aparece como el usuario es.encarta@botmetro.net. Al mandar un mensaje, en segundos el programa brindará en forma automática una respuesta con la definición requerida. Dependerá de la capacidad del discernimiento del alumno, distinguir si la misma es apropiada a su necesidad.
Un cambio radical en cuanto a la concepción de “Enciclopedia Universal” lo ha dado la organización Wikipedia. En www.wikipedia.org se encontrará el acceso a una base de datos con millones de entradas, con la particularidad de que las mismas están realizadas por los lectores, que tienen la posibilidad de editar el contenido, como así también de corregir los artículos existentes escritos por otros. Un dispositivo que borra definitivamente la idea de autor.
Escapa a los fines de esta nota la reflexión sobre este poderosísimo sitio y sus implicancias en el mundo de las ideas, pero hay que tener en cuenta que hoy en día Wikipedia es un lugar de consulta de millones de estudiantes, periodistas y profesionales que consideran como lugar de
verdad sus páginas y al conjunto de éstas como suma del saber universal. Me pasó escuchar a alumnos decir: no existe, porque no lo encontré en
Wikipedia.
El rincón del vago (Monografías.com / Esay.com)
Internet desde sus inicios a través del correo electrónico ha desarrollado en forma muy potente la comunicación entre usuarios, conformando lo que denominan “comunidad virtual”. La Web aloja en la actualidad millones de páginas con escritos escolares para que sean reutilizados por
otros. Los más conocidos son: El Rincón del Vago3, Monografías.com o Essay.com (en inglés).
El profesor en línea
Una modalidad cada vez más extendida de apoyo escolar lo constituyen las páginas con profesores en línea, que en minutos u horas, responden a los interrogantes de los alumnos (o realizan integralmente las tareas solicitadas). Alguna de estas son: Ayudatareas4 o Clase a Toda Hora5 (que usurpa el título de Red de Profesores de la UBA) o Trabajos Prácticos6.
Los productores de contenidos:
Internet ha multiplicado la publicación editorial. Basta un par de ejemplos. Los periódicos tienen almacenados en sus archivos todas las noticias impresas desde la aparición de los diarios en línea. Encontrar una noticia de los últimos diez años no es complicación (a las que se les
puede sumar, en ocasiones, audios y/o video). Recientemente la compañía telefónica lanzó dos sitios dedicados a la educación y al apoyo escolar. A través de su portal Terra en www.escolares.net se recicla la idea de los alumnos de compartir trabajos monográficos. Asimismo, la empresa Speedy, del mismo grupo de telecomunicaciones, puso en línea un sitio llamado Aula 365 en www.aula365.com.

Las intervenciones Docentes
Desde ya que las Tic’s interpelan como nunca antes el rol y las prácticas del docente7. De hecho muchas profesiones y ocupaciones se han reestructurado y otras directamente desaparecieron. En un sentido amplio en relación con el uso de TIC’s y en uno más restringido sobre la cuestión que nos ocupa, la de las tareas escolares, el sendero debe ir por el lado del acompañamiento y la guía y no por el primero que más tienta y que sin duda parece más fácil (aunque de corto alcance): el de la prohibición.
Y como siempre, con o sin TIC’s, se trata de las condiciones que deben tener las prácticas docentes para ser calificadas como “buenas”.
La consigna:
En primera instancia debemos clarificar qué es lo que se pretende obtener como resultado de la tarea solicitada. Qué diferencia “comparar” con “relacionar”, por ejemplo. En general se da como sabido, como uno de los tantos conocimientos que se adquiere con la “experiencia del escolar”,
pero nadie lo toma bajo su responsabilidad.
Autoría de los sitios web. Verificación de las fuentes.
Así como en algún momento se enseñaba a leer un índice, a reconocer los autores de un artículo en una enciclopedia, buscar el año y lugar de edición, etc. ahora hay que incluir también la indagación sobre la autoría de los sitios web a los que se recurre, lugar de origen y/o fecha
de publicación. Si bien esto es mucho más difícil de distinguir en el ciberespacio, los alumnos deben saber que las páginas cuya autoría no está definida, son menos fiables. Las enciclopedias de construcción comunitaria como Wikipedia, se están acercando al imaginario borgeano de la Enciclopedia Universal, pero lamentablemente la edición permanente por parte del público de sus artículos convierte a los mismos en terrenos de disputas ideológicas. Hay que tomar la información con su debida precaución.
Qué es cita, que es plagio, qué es colusión y/o copia
Los chicos muchas veces operan con un gran desconocimiento acerca de lo que para algunos adultos es la “honestidad intelectual”. No está de más explicar cómo debe citarse una fuente (uso de comillas, datos de publicación, etc.); que si se pide elaboración personal no hay que tomar el escrito de otro, y lo que no es menor: qué significa trabajar en equipo. Que para realizar un trabajo en conjunto no alcanza con repartirse los temas y pasarse los textos por e-mail para que alguien lo compile. De hecho, existen productos para la escritura colaborativa en línea. Pero, de todos modos, si resultan sofisticados o de dificultosa implementación, hay que remarcar que en caso que el trabajo sea colectivo debe haber elaboración conjunta e interacción en todas las etapas de elaboración del mismo (por más que algunas partes se escriban en forma individual).
Que no esté en una enciclopedia en línea no qui ere decir que no exista
Las enciclopedias en línea son una gran herramienta, pero lejos están de acumular el saber universal. Los alumnos deben saber que, como todo escrito, tienen autor, que pueden contener errores y/u omisiones.
Puedo copiar y pegar si luego reescribo y resignifico.
Decíamos que no es el camino de la prohibición el que podrá darnos resultados en la revisión de las prácticas docentes. Enseñar a utilizar los medios que nos brindan las TIC’s será mucho más provechoso. En ese sentido, utilizar el copiar y pegar puede ser útil a la hora de organizar
ideas, como un punteo extenso. Pero el escrito requiere de su reelaboración, resignificación y, obviamente, reescritura.
Que siempre hay que leer lo que se entrega.
Parece una verdad de Perogrullo, pero para los niños y los no tanto, entregar sin leer el producto es una práctica habitual. Leer, corregir y reescribir es parte del proceso de escritura que debe ser enseñado.
Repensar el tipo de trabajos
Se habrá podido observar que no incluimos dentro de las estrategias recomendadas para los docentes el trabajo espía/paranoico. Inútil es encarar la labor de buscar los párrafos para ver de dónde los sacaron. Se trata más bien de repensar los trabajos que se solicita a los niños.
Vale el siguiente ejemplo negativo. En ocasión de las elecciones para Jefe de Gobierno de la Ciudad, en un sexto grado debían trabajar por subgrupos las propuestas de los diferentes partidos. Los chicos se reunían en casas, buscaban en las páginas de la agrupación política
adjudicada, imprimían, recortaban los bordes con una tijera y lo pegaban en una cartulina. Los afiches empapelaron luego el aula y una muestra posterior en el pasillo. Los chicos no habían leído ni discutido ninguna de las propuestas.
La anécdota vale para mostrar lo que no hay que hacer. Los trabajos de búsqueda de información han perdido su lugar, convirtiéndose en una recopilación de datos extraídos de algún medio
de almacenamiento. Hay que pensar formas de reelaboración de los mismos: discusiones y/o exposiciones (una buena propuesta puede ser publicar productos en Internet en un Blog o similar); reescritura en base a otros datos o consignas, comparaciones, interpelaciones o simplemente una guía de preguntas que obliguen a leer a conciencia, resignificar el contenido y presentarlo de alguna otra manera.
Como ya dijimos, las prácticas de aprendizaje se han modificado, los docentes debemos cambiar las acciones de enseñanza para que las tareas escolares tengan sentido.

1- DELEUZE, G.; Posdata Sobre las Sociedades de Control. En FERRER, CH. (comp) El Lenguaje
Literario. T° 2. Nordan, Montevideo. 1991. Pág 1.
3- http//www.elrincondelvago.com 4-http://ayudatareas.com.ar/foro/index.php
5- http://www.clasesatodahora.com/
6- http://www.atodahoratuclase.com.ar/trabajos_practicos.htm
7- Las interpelaciones anteriores pasaban por cuestionamientos al sistema y/o a la Institución
Escolar, donde el docente era un actor del mismo.